Los resultados de un estudio en el que han participado 1.276 personas de 80 países diferentes, todas ellas residentes en España o en países hispanohablantes, apuntan a que más de la mitad de los menores de 18 años experimentan problemas asociados al uso y abuso de los teléfonos móviles. El estudio ha incidido además en la relación entre la utilización excesiva de las tecnologías de la información y la comunicación y los síntomas de estrés o dificultades para realizar tareas complejas, como el pensamiento abstracto, la autoconciencia y la planificación.
Los investigadores administraron diferentes cuestionarios en todos los grupos de edad y en distintos entornos geográficos y culturales. Entre los principales resultados destaca que el 57,5% de los encuestados menores de 18 años presentan un uso problemático del móvil; el 45,1%, un uso problemático de Internet; el 39%, de la mensajería instantánea; el 25,3%, de las redes sociales, y el 10,9%, de los videojuegos.
Los resultados muestran una estrecha relación entre problemas con el uso de todos los dispositivos o recursos explorados y síntomas de mal funcionamiento prefrontal en la vida diaria, riesgo de mala salud mental y estrés percibido. Respecto a las diferencias por sexo, los hombres obtienen puntuaciones más altas en ‘Internet’ y ‘videojuegos’, y las mujeres, en ‘móvil’, ‘mensajería instantánea’ y ‘redes sociales’. Los varones presentan también más síntomas prefrontales en general, y las mujeres, en problemas de control emocional.
Fuente: neurologia.com
Estudio completo:
http://www.adicciones.es/index.php/adicciones/article/view/806
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25/11/18
3/11/17
EFECTOS DEL ALCOHOL EN EL CEREBRO DE BEBEDORES COMPULSIVOS JÓVENES
Numerosos estudios han vinculado el consumo compulsivo de alcohol (binge drinking) con déficits neurocognitivos, rendimiento académico deficiente y comportamiento sexual de riesgo, pero una nueva investigación ha evidenciado los cambios que se producen en la actividad cerebral en los estudiantes universitarios que beben de forma compulsiva, lo que puede indicar un retraso en el desarrollo cerebral y un signo temprano de daño cerebral. Este consumo compulsivo se define como tomar cinco o más bebidas para los hombres y cuatro o más para las mujeres en un período de dos horas.
Los investigadores seleccionaron a 80 estudiantes universitarios de primer año, les pidieron que completaran un cuestionario sobre sus hábitos de consumo y evaluaron la actividad eléctrica de diversas regiones cerebrales mediante un electroencefalograma. Los estudiantes con un consumo compulsivo de alcohol presentaban, en comparación con los controles (con poco o ningún consumo de alcohol), una actividad cerebral alterada en reposo. Así, evidenciaron medidas significativamente más altas de oscilaciones beta y theta, tanto en el lóbulo temporal derecho como en la corteza occipital bilateral.
Estos resultados son congruentes con estudios previos que han encontrado alteraciones muy similares en el cerebro de adultos alcohólicos crónicos. Según los autores, los cambios encontrados podrían indicar una disminución de la capacidad de respuesta a los estímulos externos y las posibles dificultades en la capacidad de procesamiento de la información en bebedores jóvenes compulsivos, y puede representar algunos de los primeros signos de daño cerebral inducido por el alcohol.
Fuente: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnbeh.2017.00168/full
Los investigadores seleccionaron a 80 estudiantes universitarios de primer año, les pidieron que completaran un cuestionario sobre sus hábitos de consumo y evaluaron la actividad eléctrica de diversas regiones cerebrales mediante un electroencefalograma. Los estudiantes con un consumo compulsivo de alcohol presentaban, en comparación con los controles (con poco o ningún consumo de alcohol), una actividad cerebral alterada en reposo. Así, evidenciaron medidas significativamente más altas de oscilaciones beta y theta, tanto en el lóbulo temporal derecho como en la corteza occipital bilateral.
Estos resultados son congruentes con estudios previos que han encontrado alteraciones muy similares en el cerebro de adultos alcohólicos crónicos. Según los autores, los cambios encontrados podrían indicar una disminución de la capacidad de respuesta a los estímulos externos y las posibles dificultades en la capacidad de procesamiento de la información en bebedores jóvenes compulsivos, y puede representar algunos de los primeros signos de daño cerebral inducido por el alcohol.
Fuente: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnbeh.2017.00168/full
6/10/17
ASOCIACIÓN ENTRE INTIMIDACIÓN EN LA ADOLESCENCIA Y DEPRESIÓN EN LA VIDA ADULTA
Un equipo de científicos de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, ha llevado a cabo uno de los mayores estudios sobre la asociación entre la intimidación por los compañeros en la adolescencia y la depresión en la edad adulta temprana.
Los autores realizaron un estudio observacional longitudinal que examinó la relación entre el acoso a los 13 años y la depresión a los 18. En concreto, analizaron los datos de intimidación y depresión de 3.898 participantes del estudio ALSPAC, quienes respondieron a un cuestionario a los 13 años acerca de la intimidación y a los 18 años completaron una evaluación que identifica a las personas que cumplen con los criterios acordados internacionalmente para la depresión.
De los 683 adolescentes que dijeron haber sufrido acoso frecuente (más de una vez a la semana) a los 13 años, el 14,8% padecía depresión cinco años más tarde. Entre los 1.446 adolescentes que habían sido víctimas de alguna intimidación (entre una y tres veces alrededor de seis meses), el 7,1% sufría depresión. Sólo el 5,5% de los adolescentes que no experimentaron acoso estaban deprimidos a los 18 años.
Además del acoso, otros factores podrían haber favorecido la depresión, como intimidación previa en la infancia, problemas mentales y de comportamiento, composición familiar y acontecimientos vitales estresantes. Cuando se tuvieron en cuenta estos factores, los adolescentes acosados con frecuencia, tanto de sexo masculino como femenino, tenían el doble de probabilidades de depresión en comparación con aquellos que no sufrieron intimidación (odds ratio = 2,96; IC 95% = 2,21-3,97; p < 0,001).
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4452929/
neurologia.com
Los autores realizaron un estudio observacional longitudinal que examinó la relación entre el acoso a los 13 años y la depresión a los 18. En concreto, analizaron los datos de intimidación y depresión de 3.898 participantes del estudio ALSPAC, quienes respondieron a un cuestionario a los 13 años acerca de la intimidación y a los 18 años completaron una evaluación que identifica a las personas que cumplen con los criterios acordados internacionalmente para la depresión.
De los 683 adolescentes que dijeron haber sufrido acoso frecuente (más de una vez a la semana) a los 13 años, el 14,8% padecía depresión cinco años más tarde. Entre los 1.446 adolescentes que habían sido víctimas de alguna intimidación (entre una y tres veces alrededor de seis meses), el 7,1% sufría depresión. Sólo el 5,5% de los adolescentes que no experimentaron acoso estaban deprimidos a los 18 años.
Además del acoso, otros factores podrían haber favorecido la depresión, como intimidación previa en la infancia, problemas mentales y de comportamiento, composición familiar y acontecimientos vitales estresantes. Cuando se tuvieron en cuenta estos factores, los adolescentes acosados con frecuencia, tanto de sexo masculino como femenino, tenían el doble de probabilidades de depresión en comparación con aquellos que no sufrieron intimidación (odds ratio = 2,96; IC 95% = 2,21-3,97; p < 0,001).
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4452929/
neurologia.com
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